MISERABLES

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El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua contiene 5 acepciones para el término “miserable”, pero las dos que más cuadran con lo que quiero expresar son la 1ª y la 3ª; respectivamente “ruin o canalla” y “extremadamente pobre”, si bien en este último caso, la indicación de pobreza no va precisamente referida a los bienes económicos, sino a la dimensión moral e intelectual de la inmensa mayoría de los dirigentes europeos que están toreando (de aliño) en estos momentos con el fenómeno de la inmigración y de los aspirantes a refugiados que se estrellan en las fronteras de esta opulenta Europa que se esmera en ignorarlos día a día.

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No voy a extenderme sobre las cuestiones éticas que supone el dejar que miles de personas estén sufriendo diariamente el drama de tener que abandonar su tierra, obligados por la miseria, por la tiranía o por los fanatismos, y jugarse la vida para encontrar unas mínimas condiciones de vida en una tierra que los rechaza sin miramientos. Y digo que no voy a entrar porque este drama por sí mismo se pone de manifiesto diariamente, se evidencia sólo, y a todos los que tenemos conciencia nos la golpea como un martillo pilón de insoportable cadencia.

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En lo que quiero entrar es en la extremada cortedad de miras, éticas y estratégicas, que están demostrando nuestros dirigentes al enfrentarse a esta cuestión, y sobre ello me extenderé, haciendo abstracción de estos aspectos, aunque para ello haya de hacerlo tapándome las narices de oler la indecencia, y encerrando mi capacidad de sentir en la caja fuerte de la impotencia.

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A lo que voy, aquí parece que ninguno de nuestros dirigentes se da cuenta que África, y parte de Asia, son sendos barriles de pólvora con la mecha encendida y que nosotros estamos sentados encima de los dos. Aquí parece que nadie se da cuenta que en esos territorios existen millones de personas que sufren hasta extremos impensables en Occidente porque son gobernados o tiranizados por gente malvada que han sido puestas allí por los gobiernos o multinacionales occidentales, o por monstruos que han sido creados, criados y armados también por los mismos. Y ahora, cuando han llenado de pólvora los barriles y han encendido la mecha, lo único que se les ocurre es sentarse encima del barril y, en la medida en que les sea posible, seguir alimentándolo de pólvora.

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¿Es que nadie con un cierto grado de responsabilidad se da cuenta de que en la era de Internet no es posible mantener a una multitud que pasa hambre, que sufre persecución y muerte a sólo quince kilómetros del supuesto paraíso? ¿Cuánto tiempo creen que se van a poder mantener las fronteras impermeables, si es que esa condición no se ha perdido ya? ¿De verdad creen que discutiendo míseras cuotas de refugiados que después ni siquiera cumplen ya han resuelto el problema? ¿Hay alguien con una dosis siquiera infinitesimal de inteligencia que pueda creer esto?

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Ya dije que iba a hacer abstracción de cuestiones éticas, pero es que en este punto ni siquiera se trata de ser buenos o malos, de ser o no sensibles a las desgracias de los demás o de ser o no solidarios con quienes verdaderamente están necesitados de esta solidaridad, sino de una pura cuestión de supervivencia: cada vez es menos sostenible que la opulencia viva a un tiro de piedra de gente desesperada y que esta gente desesperada no termine por rebelarse. Quien no quiera ver esto, es porque es ciego entre los ciegos. Y si encima es un dirigente político encargado de resolver el asunto, es un irresponsable de dimensiones verdaderamente escalofriantes.

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En cualquier caso, parece que no hay que ser muy inteligente para ver que la situación que se ha creado pasa, primero, por dar un tratamiento de emergencia a los miles de personas que huyen de la guerra. Y ese tratamiento de emergencia debe ser generoso tanto por filantropía como por puras razones egoístas de no vernos alcanzado por la explosión de los barriles de pólvora. Y pasa también, por una actuación con más altura de miras, mucho más estratégica: Occidente debe rectificar sobre la marcha su tercermundista política hacia el Tercer Mundo, dicho sea con toda la intención; debe dejar de alimentar tiranías corruptas; debe establecer un sistema económico justo que no se fundamente en la depredación de continentes enteros, sino en el reparto equitativo de la riqueza, que seguramente creará más riquezas para todos que el egoísmo actual y, en definitiva, dejar de colonizar a lo que ya no son colonias, de manera que sus habitantes pueden tener un mínimo de bienestar económico y social que les permita quedarse en su tierra, con sus gentes, evitando situaciones que, como la que actualmente estamos viviendo, que jamás debieran de volver a producirse, como he dicho antes tanto por razones éticas como por razones de propia supervivencia.

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Sé que todas estas cosas son obviedades, que no digo nada nuevo, y que probablemente haya gente más preparada que yo para aportar soluciones, pero lo que me indigna, y me ha obligado a escribir es esa desesperante sensación de impotencia que te da el ver que ante un problema de semejante categoría, que puede incluso dañar los más sólidos cimientos de nuestro estilo de vida, a las personas que hemos votado, en toda Europa, para solucionar esto, solamente se les ocurra repartirse miserablemente unos cuantos refugiados y firmar un convenio vergonzante para que un país ajeno , se haga cargo, previo pago de su importe y de aquella manera diría yo, de la desesperación de miles y miles de personas que sufren.

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Lo dicho, miserables.

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5 respuestas a MISERABLES

  1. MANUELA DÍAZ SÁNCHEZ dijo:

    Más claro y mejor no se puede decir. Perfecto querido amigo Yusta.

  2. Carlos dijo:

    Creo que se puede decir mas alto,pero no mas claro. Amigo,sigue este camino que es el correcto

  3. Manuel Rodriguez dijo:

    No puedo estar más de acuerdo. Al margen del cóctel molotov que nos puede estallar en las narices el día menos pensado y que egoistamente deberíamos tener en cuenta, est’a la conciencia humana y para entender el sufrimiento de esta gente que huye de la barbarie poniendo en peligro incluso, la vida de sus hijos, es tan fácil como cerrar los ojos y tratar de meterte en su pellejo.

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